En el año 2010, 22 instituciones de educación superior firmaron el Acuerdo de Producción Limpia. Sin embargo no todos los planteles han avanzado de la misma manera, muchos han implementado actividades desde puntos de reciclaje hasta modificaciones en sus mallas curriculares.
Sí bien mirar a Estados Unidos y Europa siempre ha sido un objetivo en la educación chilena. Pero no todas las practicas de allá llegan pronto a nuestro país. Ejemplo.: la sustentabilidad y los temas medio ambientales. Mientras allá llevan 30 años desarrollándose, en Chile lleva poco tiempo desde que comenzaron a instalarse acciones observables.
La acción más potente se registro en el 2010, cuando un grupo de 22 universidades (U. de Chile, UC, USACh, UTEM, UMCE, Austral, Andrés Bello) se juntaron en un Protocolo Campus Sustentable que dio pie, dos años después, a la firma de un Acuerdo de Producción Limpia en el que se comprometen a realizar varias acciones al 2015.
El propósito declarado es “Implementar en las instituciones de educación superior la estrategia de producción limpia, mediante la incorporación de materias de sustentabilidad, para de esta manera aumentar el desarrollo de ciencias, metodologías, capacidades, incorporando una visión sistemática y sustentable de su actividad educativa”, según el documento.
“En el campus hemos implementado algunas cosas, pero estamos en pañales. Los gringos llevan 30 años en esto y nosotros llevamos cuatro. Hasta el 2010 no había nada y ese año firmamos el protocolo de campus sustentable y ahí empezó a tomar algo más de vuelo. Pero es larguísimo. Imagínate para cambiar las mallas curriculares… no es fácil”, señala Óscar Mercado, director de la carrera de Ingeniería Comercial de la UTEM.
El desarrollo de las acciones del protocolo y luego del APL van desde el reciclaje, la gestión del agua, las compras verdes, la eficiencia energética, todo esto es una parte del tema, hasta la malla curricular, con la intención de formar profesionales que no hagan estas actividades obligados por ley, sino por que viene incorporado en su formación, indica Mercado.
“Cambiar las mallas curriculares en las tradicionales y públicas es complejo. Hay varias formas. Hay etapas distintas. Una es que los contenidos de los programas sean verdes, o relacionados con lo verde. Lo segundo es incluir asignaturas verdes en el programa, eso es más complejo, porque hay que cambiar la malla para incluir las asignaturas. Y el tercer nivel que uno espera, es desarrollar carreras ambientales, ingenierías en medio ambiente o sustentabilidad, ese es el tercer tramo”, agrega el académico.
Óscar Mercado realizó un estudio con las universidades que dictaban ingeniería comercial y que llevan más años de acreditación en Chile. “Eran 10 que tenían sobre cuatro años y de ellas, había una que tenía un ramo ambiental. Es un tema que para los ingenieros comerciales no está. En mi universidad hay excepcionalmente dos ramos en la carrera”, argumenta.
Para María Hermosilla, de la Universidad Austral, esto demuestra que la sustentabilidad y protección de recursos naturales del sur de Chile ha sido tema fundamental desde sus comienzos, para esta Universidad.
Esto quiere decir que “en los últimos años se ha hecho esfuerzos importantes para incorporar en las nuevas construcciones y espacios comunes conceptos de ahorro energético y agua, accesibilidad, entornos naturales, etc. y promover a mediano y corto plazo el mejoramiento de indicadores de gestión ambiental en la infraestructura más antigua”, explica la académica.
La política más atractiva que ha echo la UACH es la mantención integral de residuos y RILES que se desarrolla desde hace 13 años. “Es una práctica que destaca a nivel nacional y latinoamericano”. Y para el futuro, esta universidad tiene en perspectiva el cumplimiento del APL, “con la medición de huella de carbono e implementar estrategias de sustentabilidad en el currículum, la investigación, la prevención de riesgos, la gestión de campus y en la extensión”.
“La meta no es sólo mejorar nuestras respectivas instituciones sino que el cambio llegue a todo el país”, agrega Francisco Urquiza de la U. Católica. “Pero esto no sólo depende de tener más o menos ramos, o más o menos contenidos relacionados, pues la formación de los egresados se configura a partir de un conjunto de experiencias durante su proceso educativo, donde también influye el entorno construido, los distintos procesos de gestión (sea energía, agua, residuos, etc) y actividades de participación de la comunidad (concursos, ferias, etc)”.